La edad no importa
La clave es divertirse aprendiendo
Estos últimos años se ha hablado mucho del término gamificación en el campo de la enseñanza y son numerosos los estudios que defienden los beneficios de los juegos en el aula. La neurociencia también se ha pronunciado al respecto: a nuestro cerebro le encanta jugar.
Sin embargo, todavía hay gente que es de la opinión de que jugar no es algo serio y que es una pérdida de tiempo. En más de una ocasión he tenido que escuchar a los estudiantes más jóvenes decir: «¡Qué guay! Hoy no hemos hecho nada», simplemente porque no habíamos hecho ningún ejercicio de gramática ese día.
Y es curioso porque habíamos hecho muchísimas otras cosas. Desde escuchar una canción y tratar de averiguar ciertas palabras, pasando por practicar casos reales como ir a una tienda de ropa y comprar un billete de tren, hasta repasar vocabulario jugando al Scattergories.
Por suerte o por desgracia, la clase les había resultado divertida. Entonces… ¿Cuando disfrutamos con algo nos quedamos con la sensación de que no ha sido útil ni provechoso?
Seré yo quién responda a esta pregunta: Absolutely NOT. Debemos descartar la idea de que jugar es lo opuesto a trabajar.
Nunca he limitado el juego a la enseñanza de los más «peques», sino que lo aplico también con el alumnado adulto. Y también funciona. Siempre que tengo una primera clase con una persona adulta, al finalizar le pregunto qué le ha parecido la clase y las dos respuestas que se han repetido a lo largo del tiempo han sido las siguientes:
«Se me ha pasado rapidísimo»
«No me esperaba que la clase fuese así»
Esta coincidencia me generó curiosidad así que al final me atreví a preguntar: «¿Por qué? ¿Qué es lo que te esperabas?» A lo que me respondieron que esperaban tener que realizar ejercicios de gramática durante una hora con un libro como guía.
Uno de mis alumnos más recientes, un adulto de 44 años, me dijo hace poco: «La verdad es que me gustan mucho tus clases. Si te soy sincero, no me apetecía nada venir a clases de inglés, sentía como que iba a ser una hora a la semana desperdiciada y, sin embargo, vengo con ganas y la hora se me pasa volando»
Al final, si algo me ha enseñado la experiencia, es que los estudiantes vendrán de mejor gana y aprenderán más y mejor si el ambiente es lúdico y agradable. Por eso intento que reine siempre el buen rollo, el cooperativismo y la diversión.
Y tú, ¿Qué opinas?